“Si puedes imaginarlo puedes realizarlo”, es una las frases que mejor describe la historia de Stela Navarro, jefa interina de juegos del Casino de Mendoza.
‘Dale ladrillos a una mujer y te construirá un hogar’. Así pregona el dicho popular respecto de la capacidad del sexo femenino para adaptarse a cualquier contexto en el que se le presente el desafío de echar raíces, crecer y florecer. Es el caso de Stela Navarro (38) quien a pesar de las adversidades, supo adaptarse a los cambios y nunca perdió su objetivo de crecimiento.
Ella pertenece a la primera camada de mujeres que ingresó al Casino de Mendoza allá por el 2003, donde hasta entonces, la sala de juegos era un espacio laboral sólo atribuido a los hombres.
En este nuevo encuentro de historias de vida, convocamos a Stela quien nos contó cómo y cuándo ingresó al IPJyC. Además, hablamos de su vida y de su rol dentro de la sala de juegos siendo mujer, uno de los lugares que ha perdido poco a poco y con el pasar de algunos años, su carga mítica, dejando de ser considerando como un ámbito ‘exclusivo de hombres’.
¿Cuándo y cómo ingresaste al casino?
S.N: En el 2001 vi una solicitada en el diario Los Andes, justo yo me quedé sin trabajo con la crisis. En ese momento trabajaba en Red Megatone. Inmediatamente el mismo día antes de Reyes, veo la solicitada en el diario en la galería Piazza y al otro día me vine con el curriculum y si no me equivoco, creo que fui la segunda persona en la fila. Llegué como a las 6 de la mañana hice la fila y recibieron el CV. Pasó un tiempito y en febrero, me llamaron para hacer la Academia, comencé en febrero, marzo y rendimos en abril. Pasó un año hasta que me volvieron a llamar en febrero del 2003, nosotros rendimos en abril del 2002. Durante todo ese año me mantuve con distintos trabajos. En ese momento vendía ropa de blancos en una tienda gigante y me iba muy bien.
¿Cuántas personas están rindiendo con vos?
SN: Creo que fuimos algo de 80 personas y calificamos 18, fue un filtro re importante. Yo estaba complicada porque no tenía residencia en Mendoza, y vivía en San Rafael. Y al quedarme sin trabajo, tenía dos decisiones, o volver a San Rafael o conseguir un trabajo para poder quedarme. La idea no era irme, sino quedarme. Me tomaron en la Academia, que no era un trabajo sino algo que podía llegar a ser.
El casino, ¿era desconocido para vos?
S.N: Era algo completamente desconocido, jamás había entrado a un casino. No tenía idea lo que era un pleno, un medio, cómo se pagaba, ni sabía lo que era la ruleta. Solo sabía de casino lo que había visto en alguna película nomás (risas), no tenía idea, ni de cartas ni de nada. Lo primero que hice fue hablar con mis papás, quienes me dijeron: ‘Es trabajo de noche de hombres, fijate’. Así es que me presenté, hice las entrevistas, califiqué en la Academia y salí segunda.
¿Qué sentiste cuando estuviste en la Academia?
S.N: Incertidumbre a lo desconocido, no sabía si me iba a poder adaptar a eso, más todo el bagaje de cosas que uno trae atrás. Además de los prejuicios, el trabajo de noche ya tiene su prejuicio también. Fue un choque porque yo no tenía a nadie cerca que estuviese en el casino, no conocía a nadie, era un mundo nuevo. Igual yo siempre elegí trabajos completamente diferentes, entonces pasé de trabajar en un servicio al cliente en asistencia telefónica, a irme a trabajar a Santa Fe cuando tenía 18 años.
¿Por qué hacías eso?
S.N: Porque quería experimentar y porque necesitaba trabajar. Así conocí gran parte del país viajando. Y lo puede hacer sin problemas.
¿Qué hiciste cuando te llamaron?
S.N: Cuando me llaman del casino, dijeron bueno entran, mi sueldo en ese momento era la mitad de lo que cobraba, trabajaba mucho y vendía un montón. Tuve mis dudas, si estaba haciendo bien y mi papá me dijo ‘probá’. Así es que que me vine a trabajar al casino.
¿Cómo fue tu proceso de adaptación?
S.N: El primero tiempo fue difícil adaptarse a los horarios, el no dormir de noche, el salir de trabajar cuando todo el mundo se está levantando, vivir al revés.El tener ganas de hacer cosas pero no tener energía porque cambiaste tu sueño. Fue difícil enfrentarse a otra realidad que yo no había vivido nunca, ver a la gente jugando, por ejemplo.
¿Eso te impactó?
S.N: Mucho porque yo venía de un lugar de ventas donde la gente iba y compraba lo que necesitaba, pero no alguien que estaba jugando, el trato era difícil.
La gente que juega ¿es indiferente?
S.N: No, tenés gente que va y que juega y su trato es propio de lo que vive a día a día, vos no sabes si lo que está jugando es lo que le falta, lo que le sobra, lo que necesita mañana para sus hijos, nunca sabes su realidad. Entonces a veces, su carácter y su actitud es propio de su realidad de lo que está viviendo y vos no sabes. También somos un poco psicólogos, te cuentan su cotidianeidad, a veces convivís más con ellos que con tu propia familia porque los ves todos los días. Es esa cotidianidad que por ahí no tenés con tu familia, por ejemplo yo que vivo sola no siempre la tengo con mis padres si la tengo con ellos. También el lado b algunos son violentos, agresivos. Es difícil que una mujer les diga las cosas, se bancan de otra manera que los hombres digan las cosas a que lo haga una mujer, no importa cuán educadamente se lo digas, les molesta igual.
Es difícil mediar, pero vas encontrando la vuelta. También hay gente que es muy educada, pero tuvieron un día malo y explotaron pero vos podes entender un día malo pero no una reacción violenta. Nosotros vamos conviviendo. A veces lo malo del laburo es que normalizas lo que no es normal. Normalizas situaciones de que alguien te insulte por ejemplo, en la calle si te insultan uno se violenta. Nosotros trabajamos con la agresión constante. Uno se vuelve indiferente.
¿Ese es tu mecanismo de defensa?
S.N: En algunas cosas si cuando es algo cotidiano que sabes que es inevitable, o la queja permanente por todo, la agresión o la violencia no. Las mujeres de la primera camada tuvimos un trabajo duro, que fue abrir el paso al resto de las chicas que venían, y reeducar a esa gente que estaba acostumbrada a trabajar con hombres. Fue muy difícil romper el hielo, y reeducar a la gente que juega y también a los compañeros,
¿En qué sector empezaste a trabajar y que fue lo más difícil de afrontar?
S.N: En juegos tradicionales a las mesas directamente. Al principio, hace 17 años, en juegos empezamos trabajando con mesa francesa, había un jefe de mesa, un pagador y un ayudante. Era distinto, ahora entras a mesa americana y vos dispones de tu mesa, vos pagas, vos cambias billetes, levantas fichas, pero es una mesa mucho más chica, la otra era gigante más tradicional como un casino clásico, y bueno nosotras entramos en ese casino, completamente diferente a lo que hay ahora. Hoy es más dinámico, lo chicos son más jóvenes.
La vestimenta también, cuando estaban los hombres estaban vestidos con smoking y cuando entramos mujeres no sabían cómo vestirnos. Ellos se movían libremente por los descansos y de repente nosotras teníamos que cambiarnos y ellos tenían que salir, pedir permiso, no hacer bromas pesadas. El trato era duro por ser mujer; te trataban como hombre y a la misma vez te desprestigiaban por lo mismo. Es complejo trabajar en el mundo de hombres, tenias que hacerte una coraza. Hoy estamos de igual a igual.
¿Esto lo tomas como una lucha?
S.N: Sí, y estoy orgullosa. El respeto y la educación se traen de la casa, mi mamá tuvo una situación personal en la que se enfermó y mi papá tuvo que hacerse cargo de la casa y salió asumir el rol de papá y mamá. Él lavaba la ropa, los platos y al mismo tiempo tenía dos trabajos, por eso en mi casa siempre fue de igual a igual. Y de repente, sentirte con un trato inferior fue muy difícil entonces. No te quedaba otra que hacer la Academia, y aprender todos los juegos, capacitarse más y más y demostrar que estabas a la altura de ellos o quizás más.
Esto es una cuestión cultural, ellos venían con la costumbre del casino del año 70. Sin embargo también tuvimos mucha ayuda, y quienes eran los jefes nos dieron la mano para acomodarnos. Te adaptas a todo, a las nuevas formas de trabajo a la gente a las jefaturas. También pasaba que dependiendo la jefatura era como tenías que trabajar. Hoy se trabaja de manera uniforme. Éramos 10 mujeres no recuerdo, de esa camada quedamos 6 todas jefas de sala.
En retrospectiva, ¿cambiaron las cosas?
S.N: Es un poco más fácil para las mujeres, nosotras tenemos un rol importante, sobre todo las jefas de sala, yo ahora estoy asumiendo interinamente la jefatura de juegos.
Estoy muy orgullosa, me gusta mi trabajo, en el medio, en la transición me pasaron un montón de cosas para llegar.
¿Qué es lo más positivo que rescatas del trabajo?
S.N: Es no tener techo, saber que si te esforzas es posible, y perseverar mas allá de todo lo que te digan. Yo soy re cabeza dura, el no siempre lo tengo asique vamos por el sí. Todo lleva mucho trabajo, esfuerzo, entiendo también que estamos en lugares distintos con mis propias compañeras que al ser mamás tienen otras prioridades y que te lleva a otro lugar.
¿Genera ventajas que una mujeres sea madre?
S.N: No. A mí me parece maravilloso que una mujer que es madre y que haga todas las labores que hacemos en casa, ocupe estos lugares me parece maravilloso, no por una cuestión de género, es importante demostrar que se puede.
¿Que lo positivo que aporta la maternidad a lo laboral?
S.N: No hay diferencias en eso, no cambia la capacidad de las mujeres, no necesitas una condición para hacer nuestro trabajo y se puede hacer sin inconvenientes, pero hoy tenemos un 70 por ciento de madres que trabajan en la noche y el resto están en horario fijo solo por lactancia, que solo es un año. Es sumamente valorable.
¿Y lo peor del trabajo?
S.N: El destrato. Es agresivo, es violento. Y el maltrato psicológico es peor, es una tortura. La violencia psicológica es lo peor.
¿Cuáles son tus ejes de liderazgo?
S.N: Necesitamos disciplina para trabajar, lo necesitamos sí o sí. Mi hermana dice ‘Mesa ordenada, cabeza ordenada’, y es verdad. Disciplinados y respetuosos. La educación no se tiene que perder por nada. Lo que más me gusta es trabajar de igual manera.
Contame de sobre tus expectativas
S.N: En cuanto al género, me gustaría crear o tratar de generar una plataforma para las mujeres. Sobre todo para las mujeres que están embarazadas, o que por distintas razones, no puedan estar en la sala. En cuanto a casino, me gustaría ayudar a que se posicione de otra manera, tenemos pagadores muy capacitados. Y en lo personal, me gustaría tener mis hijos. Quisiera hacer el mismo camino de las chicas (compañeras de trabajo).
Y así conocimos un poco más a Stela, jefa interina de juegos del Casino de Mendoza, una compañera de trabajo que desconoce los limites culturales impuestos a las mujeres y que lo demuestra día a día desde su lugar de trabajo, conciliando, mediando y haciendo ver que las mujeres pueden ocupar el lugar que desean ya que con trabajo y esfuerzo todo se logra.
Por: Malvina Augusto